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Un camino hacia una vida unificada e integra

En el mundo actual, nos encontramos inmersos en un contexto social y cultural desafiante, donde la integración y la unificación de una vida parecen ser metas lejanas. En lugar de sentirnos unificados y completos, con frecuencia experimentamos una sensación de fragmentación, atomización y dispersión en nuestras vidas. Para abordar esta problemática, es crucial identificar las fuerzas que nos separan y dificultan llevar un estilo de vida saludablemente integral.

En este artículo, explicaremos los cuatro niveles de conciencia fragmentada y las áreas de oportunidad personales para alcanzar la unificación y la integridad en este complejo entorno.

Primer nivel: La cultura del vértigo

En un mundo globalizado, donde diferentes culturas chocan y se entrelazan, es común experimentar una sensación de relativismo. Este relativismo cultural puede hacer que nos sintamos perdidos, sin un marco sólido de referencia. Nos encontramos en un estado de lo que se denomina «contaminación cognitiva», donde nuestras creencias y valores aprendidos en entornos familiares pueden entrar en conflicto con las demandas de un ámbito laboral diverso. Este choque de perspectivas puede llevar a la inseguridad y la percepción de que todo es relativo, lo que a su vez contribuye a nuestra fragmentación interna.

Dentro de nuestros círculos sociales, ya sea en la familia, el trabajo o con amigos, a menudo actuamos de manera diferente según el entorno. Esto genera divisiones, desconfianza, intereses contrapuestos y conflictos. Esta disonancia entre nuestras distintas identidades y valores nos sume en la fragmentación y la confusión.

Segundo nivel: La falta de vida interior

Nuestra sociedad contemporánea fomenta una constante sobreestimulación sensorial y emocional que dificulta la reflexión y la búsqueda de una vida interior equilibrada. Nos encontramos lidiando con deseos contradictorios, miedos paralizantes, resentimientos persistentes y una lucha constante entre nuestras aspiraciones y nuestras limitaciones. Internamente, experimentamos una incoherencia y una lucha constante entre fuerzas y compulsiones internas.

En nuestros intentos de encontrar momentos de paz y reflexión, a menudo nos enfrentamos a una avalancha de pensamientos y emociones no resueltas. Esta falta de armonía interna se refleja en nuestra incapacidad para encontrar la paz interior y la coherencia en nuestras vidas.

Tercer nivel: El futuro incierto y amenazante

En un mundo caracterizado por la incertidumbre y la volatilidad, la preocupación constante por el futuro se convierte en una carga que contribuye a nuestra fragmentación. La ansiedad relacionada con lo que depara el mañana, ya sea en términos de trabajo, familia o la sociedad en general, genera un estado de inquietud permanente.

Nos sentimos impotentes ante la falta de control sobre muchas áreas de nuestras vidas y las decisiones que afectan nuestro destino. La incertidumbre constante en relación con nuestras responsabilidades y el futuro nos lleva a la zozobra y la desorientación.

Cuarto nivel: Las dobles vidas

A menudo, vivimos una dualidad en nuestras vidas. Por un lado, desempeñamos roles en la familia, el trabajo y la sociedad, actuando de acuerdo con ciertas expectativas y normas sociales. Por otro lado, anhelamos una vida paralela que nos permita escapar, divertirnos y evadirnos de la presión de nuestras responsabilidades.

Este deseo de una vida alternativa nos lleva a una especie de esquizofrenia emocional, donde nuestras vidas están divididas en múltiples facetas. Esta desconexión entre nuestras identidades públicas y privadas crea un vacío interior que a menudo se manifiesta en una sensación de insatisfacción y tristeza.

Áreas de oportunidad para la unificar y vivir una vida integra

Por lo tanto, vivimos en un contexto de conciencia fragmentada que nos desafía a encontrar la unificación y la integridad en nuestras vidas. Para abordar esta problemática, es esencial reconocer estos cuatro niveles de fragmentación y explorar áreas de oportunidad personal:

  • Reevaluar nuestros valores: Reflexionar sobre nuestras creencias y valores, así como buscar la coherencia entre ellos, puede ayudarnos a reducir la fragmentación.
  • Practicar la autenticidad: Ser honestos y auténticos en todos los aspectos de nuestras vidas puede ayudarnos a unificar nuestra identidad tanto en lo público como en lo privado.
  • Cultivar la paz interior: Buscar momentos de silencio y reflexión puede contribuir a pacificar las luchas internas y reducir la fragmentación emocional.
  • Aceptar la incertidumbre: Reconocer que el futuro es incierto y aprender a vivir con ello puede reducir la ansiedad y la fragmentación relacionadas con la preocupación por el mañana.

En última instancia, la unificación y la integridad en un mundo fragmentado requieren autoconciencia, reflexión y la voluntad de abordar las áreas de oportunidad personal. A pesar de los desafíos del entorno actual, es posible encontrar la coherencia y la paz interior en nuestras vidas.

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