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Rasgos, factores, problemas y señales que acompañan una conducta suicida en adolescentes

El suicidio es toda muerte que es directa o indirectamente el resultado de un acto cometido por la propia víctima, si ésta era consciente del resultado esperado.

La necesidad de luchar contra los incidentes suicidas procede, en primer lugar, del valor absoluto de la vida humanadel trágico sinsentido de la muerte de las personas. En la dinámica de la edad, se observa un fuerte aumento de los suicidios a partir de los 13 años.

El efecto Werther, es decir, el suicidio bajo la influencia del ejemplo de otro, se observa en los adolescentes con mucha más frecuencia que en los adultos. En la mayoría de los países de los que se dispone de estadísticas se ha producido un fuerte aumento del número de suicidios de jóvenes en los últimos años. La atracción por la muerte, el Tánatos freudiano es nada menos que un intento de resolver las dificultades de la vida retirándose de la vida misma; es especialmente característica de la adolescencia.

Rasgos característicos de la personalidad del suicida:

  • Autoestima baja o infravalorada, inseguridad
  • Alta necesidad de autorrealización
  • Alto valor de las conexiones cálidas y emocionales, la sinceridad de las relaciones, la presencia de la empatía, la comprensión y el apoyo de los demás
  • Dificultades en la toma de decisiones
  • Altos niveles de ansiedad, menores niveles de optimismo y actividad en situaciones difíciles
  • Tendencias de autoculpabilización o exageración de la propia culpa
  • Poca autonomía
  • Falta de socialización, personalidad infantil e inmadura.

En el caso de los adolescentes, el número de intentos de suicidio supera al número de suicidios realizados. Los varones se suicidan al menos dos veces más que las mujeres; sin embargo, muchos intentos de suicidio de las mujeres son de carácter demostrativo. La mayoría de los intentos fallidos no se repitieron, aunque el 10% de los varones y el 3% de las mujeres de entre 10 y 20 años habían intentado suicidarse sin éxito en los dos años anteriores.

La estructura de las experiencias suicidas se basa en las actitudes hacia la propia vida y la muerte.

 La actitud hacia la vida se expresa en:

  • Un sentimiento de indiferencia
  • Un sentimiento de pesar por la propia existencia
  • Una experiencia de su penuria, de su intolerancia
  • Una repulsión a la vida

La actitud hacia la muerte toma la forma de:

  • Miedo a la muerte, aunque reducido en su intensidad
  • Una sensación de indiferencia
  • Una sensación de aceptación interior de la muerte
  • Deseo de muerte

Para diagnosticar una experiencia suicida como tal, el psicólogo necesita establecer la presencia simultánea de cualquier par de elementos de las dos series enumeradas.

Los factores que aumentan la probabilidad de un comportamiento suicida son:

  • Un entorno moral y psicológico difícil en la familia o en la comunidad.
  • Condiciones de la crianza familiar: ausencia del padre en la primera infancia; estilo «matriarcal» de las relaciones en la familia; rechazo emocional, rechazo en la infancia; crianza en una familia disfuncional (alcoholismo, residencia de enfermos mentales, parientes con comportamiento asocial, cumplimiento de una condena penal); crianza en una familia incompleta, donde hubo casos de suicidio, intentos de suicidio o amenazas de suicidio por parte de los familiares.
  • Características específicas de la edad.
  • Características cronológicas: época del año, días de la semana, hora del día.
  • Cambios frecuentes de residencia, estudios, trabajo.
  • Participación en grupos de evasión (la evasión se entiende como un escape de la realidad, de las dificultades de la vida), intentos de suicidio.

Problemas comunes de adolescentes con conducta suicida

El primer lugar entre los problemas típicos de los adolescentes con conducta suicida es la relación con sus padres, el segundo lugar lo ocupan las dificultades asociadas a la escuela, el tercero los problemas de relación con los amigos, en su mayoría del sexo opuesto.

Las relaciones de entre padres e hijos, desafortunadamente, no siempre se construyen sobre una base de relaciones abiertas y plenamente sinceras, que son una salvaguarda fiable contra muchas de las duras pruebas a las que se enfrentan los adolescentes hoy en día.

Muchos intentos de suicidio en jóvenes se ven como un grito desesperado de ayuda, como un último intento de llamar la atención de sus padres sobre sus problemas, de romper el muro de incomprensión entre la generación joven y la mayor.

Los problemas escolares suelen estar asociados al bajo rendimiento o a las malas relaciones con los profesores, los administradores o la clase. Estos problemas no suelen ser la causa directa del suicidio, pero sí provocan una disminución de la autoestima general de los alumnos, un sentimiento de no valoración de su personalidad, una reducción drástica de su resistencia al estrés y una vulnerabilidad a las influencias negativas del entorno.

Conflictos de relación con los amigos. Debido a los constantes problemas con los padres y a la falta de contacto con ellos, la dependencia de los compañeros, especialmente los del sexo opuesto, surge como compensación a las malas relaciones familiares. En este caso, suele ocurrir que la relación con un amigo o una amiga se convierte en algo tan significativo y emocionalmente necesario, que cualquier enfriamiento del apego, y más aún la infidelidad, se percibe como una pérdida irrecuperable, que priva de sentido a la vida posterior.

Señales de riesgo de suicidio

  • Expresiones manifiestas de deseo de suicidio
  • Insinuaciones indirectas de la posibilidad de acciones suicidas (demostración pública de una cuerda o de cualquier objeto flexible, jugar con la imitación del suicidio, etc.)
  • Preparación activa previa, búsqueda deliberada de medios para suicidarse (recogida de pastillas, búsqueda y almacenamiento de líquidos venenosos, etc.)
  • Hablar frecuentemente del suicidio en general
  • Solicitudes muy insistentes de traslado a otra institución
  • Relaciones interpersonales perturbadoras, deseo de privacidad
  • Patrones de comportamiento alterados: retraimiento desacostumbrado y reducción de la actividad motora en los sociables; comportamiento excitado y aumento de la sociabilidad en los silenciosos
  • Aparición repentina de rasgos de pulcritud, franqueza, generosidad (regalar objetos personales, álbumes de fotos, relojes, radios, insignias, etc.) que antes no eran propios de la persona.

Para determinar el grado de riesgo de suicidio, también hay que identificar los prerrequisitos antisuicidas:

  • Se mantienen las actitudes positivas hacia la vida y las negativas hacia la muerte.
  • La amplitud del abanico de formas conocidas y subjetivamente aceptables de resolver situaciones de conflicto.
  • La eficacia de los mecanismos de defensa psicológica.
  • Un alto nivel de socialización personal.

Los factores personales antisuicidas pueden expresarse de las siguientes maneras:

  • Apego emocional a los seres queridos significativos
  • Obligaciones parentales
  • Un pronunciado sentido del deber
  • El miedo a las autolesiones
  • Percepción de lo vergonzoso y pecaminoso del suicidio
  • Percepción de las oportunidades vitales no utilizadas

Cuantos más factores antisuicidas se observen, menos probables serán las acciones suicidas.

La conversación preventiva con un adolescente en una situación crítica también tiene sus propias peculiaridades. Al mantener una conversación, es necesario aspirar a establecer un contacto emocional estrecho, mostrar verdadero interés, escuchar a la persona con paciencia, sin dudas ni críticas. Después de reconstruir la secuencia de acontecimientos que condujeron a la crisis, es necesario mostrar (sin restar importancia, lo que le ocurre a la persona) que situaciones similares ocurren en otras personas, que se trata de un fenómeno temporal, que su vida es necesaria para sus familiares y otras personas («supresión de la desesperación», «superación de la singularidad de la situación»).

Posteriormente, la atención principal debe concentrarse en la planificación conjunta de la forma de superar la situación. En este caso, es importante inducir a la persona a formular verbalmente los planes de las próximas acciones (planificación). Al final de la conversación, se da un estímulo activo para que la persona confíe en sus propias fuerzas y capacidades.

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