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¿Qué es la neuroplasticidad?

En síntesis, la neuroplasticidad es una propiedad del cerebro por la que las características de las neuronas y las redes neuronales pueden ser alteradas por nuevas experiencias, incluyendo la reparación o formación de nuevas conexiones perdidas por daños.

Antes se pensaba que el cerebro adulto no era plástico, pero resulta que sí lo es. Las neuronas individuales y las estructuras completas pueden cambiar las conexiones y formarlas adaptándose a los cambios. El término neuroplasticidad fue acuñado por el neurofisiólogo polaco Jerzy Konorski a mediados del siglo pasado, pero el estudio de la neuroplasticidad es relativamente reciente.

Plasticidad sináptica

Una sinapsis es un espacio entre dos neuronas donde intercambian información. La neurona activa libera neurotransmisores en la sinapsis que indican a la neurona pasiva lo que debe hacer: activarse o permanecer pasiva. En nuestro cerebro hay unos cien mil millones de neuronas, cada una conectada a otras miles, y el proceso de «comunicación» que entre ellas dura fracciones de segundo. La neuroplasticidad sináptica es el «hábito» de las neuronas de que una determinada neurona excite a menudo a su «vecina». En otras palabras, si las neuronas se comunican con frecuencia, quieren hacerlo cada vez con más regularidad. Al igual que los humanos.

Si esto ocurre con muchas neuronas de una misma zona, surgen «equipos» enteros de neuronas, redes neuronales. Así es como se forma la memoria o las nuevas habilidades. Entrenamos «equipos» de neuronas para que se comuniquen activándolas una y otra vez con nuestra estimulación (aprendiendo a esquiar, por ejemplo), y en algún momento la conexión del «equipo» se hace fuerte y el cuerpo repite fácilmente los movimientos conocidos.

Por el contrario, si no utilizamos durante mucho tiempo las habilidades que antes nos eran familiares, las vías se sobrecargan: las neuronas de esta zona se comunican con menos frecuencia y las conexiones entre ellas se debilitan. Así es como olvidamos un idioma extranjero que no necesitamos, y un paciente alimentado por sonda aprende a tragar. Podría parecer que este fenómeno es perjudicial, pero no: puede servir, por ejemplo, para desprenderse de prejuicios (dejar de pensar mal de personas de otras nacionalidades) e incluso aliviar la depresión.

Los terapeutas cognitivos sugieren que los pacientes encuentren las «vías» habituales para sus pensamientos depresivos y las sustituyan por otras, y dejen que éstas «crezcan». Y funciona.

Plasticidad de áreas cerebrales completas

Las áreas responsables de ciertas funciones pueden aumentar y disminuir como resultado del entrenamiento. Por ejemplo, las áreas de la corteza cerebral de las personas que practican el piano aumentan muy rápidamente en las zonas responsables de los movimientos de los dedos. Es más, las áreas aumentan incluso cuando los participantes sólo pensaban en cómo iban a jugar. También se ha comprobado que en los taxistas experimentados, el hipocampo, que también es responsable del pensamiento espacial, aumenta de tamaño a medida que aumenta la experiencia de conducción.

El principio de la rehabilitación cerebral tras un traumatismo o un accidente cerebrovascular se basa en esto. Supongamos que un paciente tiene una mala función en su brazo izquierdo. Se le pide que limite los movimientos del brazo sano e intente actuar con el brazo lesionado. El cerebro comienza a ampliar el área responsable del brazo lesionado involucrando la parte sana del área motora, incluyendo las áreas correspondientes en el hemisferio opuesto. Así, el cerebro reorganiza su actividad, se adapta y el brazo comienza a moverse mejor.

Las técnicas relacionadas con la biorretroalimentación se basan en la neuroplasticidad. Estos métodos permiten que el cerebro aprenda a gestionar mejor las distintas funciones del cuerpo, por ejemplo, la visión en algunos tipos de deficiencias. El método consiste en entrenar con dispositivos que proporcionan información durante los ejercicios especiales. Aparentemente, nuestra visión está hecha en tres cuartas partes por el cerebro. Al aprender a adaptarse a las características de la visión que no se pueden corregir, es posible enseñar al cerebro a corregir la imagen equivocada y a ver más «correctamente» con los ojos que no están bien.

En las escuelas de visión se utiliza la neuroplasticidad para realizar tareas especiales: leer inscripciones de diferentes colores y tamaños, estimar la distancia a un objeto. Las tareas son sugeridas por un programa que evalúa el progreso del paciente.

Esto es interesante. Existe la teoría de que nuestra neuroplasticidad es la culpable del dolor por amputación fantasma.

Los científicos creen que cuando la zona responsable de la sensación procedente de un brazo o una pierna amputados «pierde su trabajo», las zonas vecinas se apresuran a asumir su función. Como resultado, la parte del cuerpo de la que originalmente eran responsables comienza a sentir sensaciones «por sí misma y por ese tipo» (es decir, el miembro amputado).

¿De qué depende la neuroplasticidad?

  • Del estado de los vasos sanguíneos. Cuanto más activo sea el suministro de sangre al cerebro, mejor funcionarán las neuronas.
  • De la edad. La neuroplasticidad es mayor en los jóvenes que en los ancianos.
  • De la formación. Cuanto más continuamente repitamos una determinada acción, cuanto más intensa y metódicamente nos esforcemos por aprender, más probable será que las neuronas cooperen para realizar esa acción.
  • De cuando empezamos a entrenar. Después de una lesión o un ictus, es mejor empezar a entrenar lo antes posible, ya que, de lo contrario, el cerebro tiene tiempo para adaptarse a lo que ocurre (ya no tiene en cuenta las funciones dañadas) y resulta más difícil activarlas con el tiempo.
  • De la variedad de la práctica. Cuanto más a menudo apliquemos la neuroplasticidad, mayor será. Al aprender una habilidad específica, la capacidad de aprendizaje de nuestro cerebro en general aumenta.

Ejercicios para aumentar la neuroplasticidad

Todos estos ejercicios consisten en pedirle a tu cerebro que haga cosas conocidas de un modo diferente y que recoja «otras órdenes» de las neuronas para hacerlo. Al entrenar el cerebro para hacer cosas desconocidas, lo mantenemos alerta y mejoramos el aprendizaje.

  • Hacer más movimientos con la mano que casi no ocupas. Para empezar, puedes intentar lavarte los dientes o comer con la otra mano. A medida que te resulte más fácil hacerlo, vuelva a cambiar a la mano principal.
  • Apagar la visión. Intenta comer, ducharte, hacer otras cosas habituales con los ojos cerrados (sólo ten cuidado).
  • Cambiar los pequeños hábitos. Encuentra diez nuevas formas de llegar al trabajo. Almuerza en una zona del piso diferente a la que sueles hacerlo.
  • Ve el mundo al revés. Puedes hacerlo mirando «por debajo de las rodillas», como hacen los niños, o dando la vuelta a objetos conocidos y mirándolos desde una perspectiva diferente.

Según algunos estudios, la meditación y el ejercicio regulares también pueden aumentar la neuroplasticidad.

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