Hoy en día, los especialistas no disponen de ninguna versión o teoría unificada capaz de ofrecer una visión global e indiscutible de cómo se produce el desarrollo del niño.
La psicología infantil es una rama de la psicología que estudia el desarrollo de los niños, las regularidades de los procesos que tienen lugar, examinando los comportamientos instintivos y voluntarios y las características del desarrollo desde el nacimiento hasta la edad adulta, aquí nos quedaremos hasta la preadolescencia.
Los psicólogos dividen la infancia en periodos, y la periodización del desarrollo mental de los niños se basa en la noción de una actividad principal caracterizada por tres rasgos principales:
- Debe ser necesariamente significativo, tener un sentido para el niño; por ejemplo, cosas que antes no eran claras ni tenían sentido adquieren un cierto sentido para un niño de tres años sólo en el contexto del juego. En consecuencia, el juego es la actividad principal y el medio de creación de significado.
- Las relaciones básicas con los compañeros y los adultos se forman en el contexto de esta actividad.
- En relación con el dominio de esta actividad principal aparecen y se desarrollan las nuevas formaciones básicas de la edad, ese círculo de habilidades que permiten la realización de esta actividad, por ejemplo, el habla u otras habilidades.
La actividad principal es crucial en cada etapa particular del desarrollo mental de los niños, y las demás actividades no desaparecen. Puede que se conviertan en algo no habitual.
Períodos estables y de crisis
Cada niño se desarrolla de forma única, pasando por periodos relativamente tranquilos y estables, seguidos de periodos críticos. Durante los periodos de estabilidad, el niño acumula cambios cuantitativos. Esto ocurre lentamente y no es muy visible para los demás.
Los períodos críticos o de crisis en el desarrollo psicológico de los niños se han descubierto empíricamente, y en orden aleatorio. Primero la crisis de los siete años, luego la de los tres, después la de los trece, y sólo entonces se descubrió la del primer año y la crisis del nacimiento.
Durante las crisis, el niño cambia rápidamente y sus rasgos de personalidad se modifican en un corto período de tiempo. Estos cambios en la psicología infantil pueden calificarse de revolucionarios, por lo rápido que fluyen y por lo significativo de los cambios que se producen. Los periodos críticos se caracterizan por los siguientes rasgos:
- Las crisis de edad en los niños pasan desapercibidas y es muy difícil determinar los momentos de su inicio y fin. Los límites entre los periodos no están claros, y hay una fuerte escalada en medio de la crisis.
- Durante la crisis, el niño es difícil de educar, a menudo entra en conflicto con los demás, y los padres atentos sienten su ansiedad, a pesar de que en ese momento es rebelde e inflexible. Su rendimiento escolar y su capacidad de trabajo disminuyen y, por el contrario, la fatiga aumenta.
- La aparente naturaleza negativa de la crisis de desarrollo, produce un trabajo destructivo.
El niño no gana, sino que sólo pierde de lo que ha adquirido antes. En este momento, los adultos deberían darse cuenta de que la aparición de un nuevo desarrollo casi siempre significa la desaparición de lo antiguo. Si observamos de cerca el estado emocional de un niño, podemos ver cómo se desarrollan los procesos constructivos, incluso en periodos críticos.
La secuencia de cualquier período está determinada por la alternancia de períodos críticos y estables.
La interacción del niño con el entorno social es la fuente de su desarrollo. Todo lo que un niño aprende se lo dan las personas que le rodean. En la psicología infantil, sin embargo, es esencial que el aprendizaje se produzca por adelantado.
Estructura de edad de los niños
Cada edad del niño tiene sus propias características que no se pueden ignorar.
Crisis neonatal (0-2 meses)
Es la primera crisis en la vida del niño y sus síntomas son la pérdida de peso en los primeros días de su vida. A esta edad, el niño es un ser social al máximo, incapaz de satisfacer sus necesidades y totalmente dependiente, al mismo tiempo incapaz de comunicarse. Su vida comienza a ser individual, separada del cuerpo de su madre. A medida que el niño se adapta a su entorno, desarrolla una nueva formación en forma de complejo de animación, que incluye reacciones: emoción motora al ver a los adultos conocidos que se acercan; uso del llanto para llamar la atención, es decir, intentos de comunicación; sonrisa, arrullo entusiasta con la madre.
El complejo de animación sirve como una especie de límite del período crítico de la infancia del recién nacido. Su momento es el principal indicador del desarrollo mental normal del niño y aparece antes en aquellos bebés cuyas madres no sólo satisfacen las necesidades del niño, sino que también se comunican, hablan y juegan con él.
Infancia (de 2 meses a 1 año)
A esta edad, la actividad predominante es el contacto emocional directo con los adultos.
El desarrollo de los bebés sienta las bases para el desarrollo posterior del niño como persona.
La dependencia del niño sigue siendo total y todos los procesos cognitivos se realizan en la relación con la madre.
En el primer año de vida, el niño pronuncia las primeras palabras, es decir, comienza a surgir la estructura de la acción del habla. El niño aprende acciones voluntarias con los objetos del mundo exterior.
Hasta el año de edad, el discurso del niño es pasivo. Ha aprendido a entender la entonación, los giros frecuentes, pero aún no puede hablar por sí mismo. Según la psicología infantil, es durante este periodo cuando se sientan todas las bases de las habilidades del habla, los propios niños intentan establecer contacto con los adultos a través del llanto, los arrullos, los balbuceos, los gestos y sus primeras palabras.
Al cabo de un año, se forma el discurso activo. El vocabulario de un bebé alcanza las 30 palabras al año de edad, casi todas ellas de acción, verbos: dar, tomar, beber, comer, dormir, etc.
En este momento, los adultos deben hablar con claridad y distinción a los niños pequeños para que aprendan a hablar correctamente. El proceso de adquisición del lenguaje tiene más éxito si los padres muestran y nombran objetos y cuentan historias.
Las actividades objetuales del niño están relacionadas con el desarrollo del movimiento.
Existe un patrón general en la secuencia de desarrollo del movimiento:
- Ojo en movimiento: el niño aprende a enfocar el objeto
- Movimientos expresivos: un complejo de animación
- Moverse en el espacio: el niño aprende sistemáticamente a darse la vuelta, a levantar la cabeza y a sentarse. Cada movimiento revela nuevos límites al niño.
- Gatear: algunos bebés se saltan esta etapa
- Agarre: a los 6 meses este movimiento pasa de ser un agarre ocasional a uno intencionado
- Manejo de objetos
- El gesto de señalar, una forma muy significativa de expresar el deseo.
En cuanto el bebé camina, los límites del mundo se expanden rápidamente. El niño aprende de los adultos y, poco a poco, comienza a aprender las acciones humanas: la finalidad del objeto, cómo actuar sobre él, la técnica para realizar estas acciones. Los juguetes son de gran importancia en el aprendizaje de estas acciones.
A esta edad se forma el desarrollo intelectual del niño y su sentido del apego.
Crisis del primer año
Las crisis en el desarrollo psicológico de los niños de un año están asociadas a una contradicción entre el sistema biológico y la situación verbal. El niño no sabe gestionar su comportamiento, empiezan a aparecer alteraciones del sueño, pérdida de apetito, mal humor, resentimiento, llanto, Sin embargo, la crisis no se considera aguda.
Primera infancia (1-3 años)
A esta edad, las líneas de desarrollo mental de niños y niñas se separan. Los niños desarrollan un sentido más completo de la identidad, una comprensión del género. Se desarrolla la conciencia de sí mismo, reclama el reconocimiento de los adultos, desea ganarse los elogios, la valoración positiva.
Se produce un mayor desarrollo del habla; a los tres años, el vocabulario alcanza las 1,000 palabras.
A medida que se produce el desarrollo mental, surgen los primeros miedos, que pueden verse exacerbados por la irritabilidad y la ira de los padres y pueden contribuir a los sentimientos de rechazo del niño. La sobreprotección de los adultos tampoco ayuda. Un método más eficaz es que los adultos enseñen al niño cómo manejar el miedo mediante ejemplos visuales.
Crisis a los trece años
En psicología infantil, las crisis de edad de los niños de trece años son crisis de desarrollo social. Es muy similar a la crisis de los 3 años: «¡Soy yo mismo! Una contradicción entre el yo personal y el mundo exterior. Se caracteriza por una disminución del rendimiento y del desempeño escolar, desarmonía en la personalidad interior y es una de las crisis más agudas.
Los síntomas de una crisis en un niño durante este periodo son:
- Negativismo, el niño es hostil a todo el mundo que le rodea, agresivo, propenso al conflicto y al mismo tiempo al autoaislamiento y a la soledad, al descontento con todo. Los chicos son más propensos al negativismo que las chicas.
- Una disminución de la productividad, la capacidad y el interés por el aprendizaje, una ralentización de los procesos creativos, incluso en áreas en las que el niño es superdotado y anteriormente mostraba un gran interés. Todo el trabajo asignado se realiza de forma mecánica.
- La crisis de esta edad está relacionada principalmente con la transición a una nueva etapa de desarrollo intelectual: el paso de la visualización a la deducción y la comprensión. El pensamiento concreto se sustituye por el pensamiento lógico. Esto es evidente en la constante demanda de pruebas y críticas.
- El pre-adolescente desarrolla un interés por lo abstracto: música, cuestiones filosóficas, etc. El mundo comienza a dividirse en realidad objetiva y experiencias personales internas. Las bases de la visión del mundo y de la personalidad del adolescente se establecen intensamente.
La crianza de los niños requiere un gran esfuerzo, paciencia y equilibrio por parte de los adultos. Al mismo tiempo, es la única oportunidad de expresar tu sabiduría y la profundidad de tu amor por tu hijo. A la hora de educar a los hijos, debemos recordar que tenemos una persona delante, y que crece según la hemos educado. Intenta ponerte en el lugar del niño en todos los asuntos para poder comprenderlo más fácilmente.
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