El ser humano por naturaleza permanece en búsqueda de sentido y de motivos sólidos que le den significado a su propia existencia, para mí la fe da sentido a la vida, y además quien da la fuerza, el motor y la gasolina para vivir la vida es Dios. Es fundamental creer, pero la fe sin duda es un don, un regalo que se nos concede de lo alto.
Como cualquier don, tenemos la responsabilidad de corresponder al Señor en la fe, cuidándola, alimentándola, fortaleciéndola, pero sobre todo educándonos y viviéndola al máximo para después irradiarla y transmitirla en nuestros ámbitos de vida.
Actualmente vivimos en un mundo donde lo normal es “no creer”, en un mundo que pareciera estar enojado con Dios y donde no existe cavidad de tiempo para nuestra espiritualidad, donde pareciera que el dinamismo busca alejarnos de Él y más aún, las experiencias de profundo dolor que enfrentamos a diario parecen contradecir la fe y el mensaje del Señor.
Probablemente en este camino de fe, has tenido dudas, te has sentido solo, no has podido percibir al Señor en medio de las dificultades, y has pensado en abandonar el camino de la fe. Hoy a través de estas líneas te invito a reflexionar lo que para mí ha sido la mejor manera de perseverar en ella.
¿Qué hacer si estoy viviendo una crisis en la fe?
Si estás en un momento de crisis, de desolación y te sientes alejado del Señor, mantente atento a tus mociones y toma acción de inmediato, pide ayuda a personas que sean un referente de madurez en la fe para que puedan orientarte y escucharte, es necesario que expreses tus dudas, cuestionamientos, te orienten y pongas en práctica sus sugerencias.
En los momentos de crisis es importante estar muy atentos y receptivos al paso del Señor, te invito a que ante esa situación abras los ojos, dirige tu mirada para contemplar la vida con una especial sensibilidad que te permita cautivarte y maravillarte por la creación de Dios.
Puedes realizar esta actividad desde la naturaleza, contemplando un amanecer, mirando las montañas o la luna por las noches, también puedes rememorar fotos o videos de momentos significativos con las personas que amas. Cuando se presentan las dudas es importante recordar que todo lo que observamos, atesoramos y descubrimos es un regalo de Dios.
En caso de que la fe se encuentre en tu corazón como un crudo invierno y no percibas ni la más mínima señal de Dios, te sugiero que escuches al Señor a través de su palabra, lee y medita a través de reflexiones (en YouTube o un podcast), justamente el Evangelio narra momentos en los que los discípulos tuvieron dudas, miedo y se sintieron paralizados ante la incertidumbre.
Ante cualquier momento de crisis es necesario ser perseverante y fiel, no hacer cambios, no tomar decisiones importantes, por el contrario, vale la pena ponerse en manos de Dios, presentarle el camino de fe por el que has transitado. Anímate a visitar al santísimo, quédate un momento en silencio, realmente vale la pena dejarse alcanzar por el amor y la misericordia del Señor.
Vivir la crisis desde una mirada diferente
Es necesario aprender a manejar estos momentos de crisis, ya que la fe es como las estaciones del año, a través de la vida vamos pasando de primavera a verano, de verano a otoño y en ocasiones hay que vivir el crudo invierno. Pero la mayor esperanza después del invierno es que llega la primavera, momento de dar fruto y crecer.
Las crisis en la fe son oportunidad para trabajar el interior, de reencuentro con el Señor y de crecimiento en la fe. Si te encuentras en ella ofrécela a Dios, como un acto de gratitud para mostrarle que lo amas incondicionalmente, tanto en los momentos de gozo y alegría, como en la desolación y la soledad, donde a pesar del miedo nuestro amor por Él es más fuerte.
Te invito a que, en un momento de oración, pidas al Señor la fortaleza para saber afrontar los momentos de crisis en la fe durante tu historia, para ser fiel y que ilumine tus pensamientos para que puedas echar mano de estos pequeños recursos y te permita encontrar la primavera de la fe desde la forma que consideres más adecuada para ti.
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