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¿Has caído en la cuenta de lo que supondría disfrutar de cada día como algo único y especial?
Casi todos contamos con acontecimientos puntuales, pero trascendentales, que por el motivo que sea marcaron un punto de inflexión en nuestra vida y supusieron un revulsivo en nuestro interior. Sin embargo, la mayor parte de la vida va transcurriendo y desarrollándose paso a paso, día a día, dentro del propio devenir de la cotidianidad.
Si echamos un poco la vista atrás, casi todos recordaremos cómo en el inicio de la pandemia de la Covid-19, en sus tiempos más arduos de confinamiento y aislamiento social, se trastocó la rutina diaria de muchas personas.
Acciones, gestos, ambientes aparentemente normales, como el paseo hasta llegar al lugar de trabajo, el compartir un café o una charla con alguien cara a cara, visitar a nuestros amigos o familiares, ect… cobraron un significado y valor más importante, haciéndonos sentir más conscientes y afortunados por ellos. Descubrimos que en las pequeñas cosas que tantas veces damos por descontado, se esconde la verdadera grandeza, la auténtica esencia de la vida.
Decía Albert Einstein, “hay dos maneras de vivir la vida: una, como si nada fuera un milagro, la otra es como si todo fuera un milagro”.
En lo ordinario puede acontecer lo extraordinario. En lo pequeño del día a día pueden ir fraguándose amistades, sueños, metas que traigan a la vida una nueva luz. Lo que tus pupilas observan a diario puede llegar hasta tu corazón y con un simple gesto de cerrar ojos y respirar profundamente, tu alma puede ensancharse para sentir agradecimiento y gratitud por todo lo bueno y bello que cada día te rodea. Al mismo tiempo, son instantes en los que puedes contar con la valentía necesaria para soltar y dejar ir o transformar todo aquello que no te ayuda a avanzar y crecer.
Te invito a que puedas dedicar un tiempo para pensar y meditar con calma y sosiego. ¿Cuáles son los pequeños o grandes quehaceres que realizas día a dia, en lo cotidiano? Puedes detenerte en una tarea laboral, o pasar por tu mente los rostros con los que te cruzas por la calle, u observar los paisajes o lugares que recorres con frecuencia… Ojalá que puedas experimentar en ellos lo extraordinario de tu vida, aquello que es como un suave aroma sin lo cual tu vida no sería como es. Para construir lo grande es necesario comenzar desde la sencillez de lo cotidiano. En lo aparentemente disfrazado de normalidad, también puede experimentarse lo sorprendente y maravilloso.
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