Introducción
Para conocer las dimensiones de una Iglesia evangelizadora, es necesario tener la certeza de que la Iglesia tiene una misión evangelizadora y necesita evangelizarse a sí misma continuamente. Fundamentalmente es renovar la humanidad desde la novedad de Jesucristo y hacer presente el Reino de Dios en el mundo.
Avanzar hacia una Iglesia evangelizadora que sirva al Reino de Dios, significa llevar a cabo una evangelización completa que involucre a toda la persona y a la humanidad en su conjunto.
Esta evangelización busca manifestar la presencia del Reino de Dios en el mundo, promoviendo tanto el bienestar humano como el desarrollo integral en áreas que trascienden los límites de la iglesia, abarcando aspectos socioeconómicos, políticos, culturales y ecológicos.
La misión de la Iglesia en la evangelización integral
En su Exhortación Apostólica Querida Amazonía, el Papa Francisco esboza una visión de evangelización integral, delineando directrices en cuatro dominios inspirados en los sueños que también resuenan en el continente y la Iglesia en su totalidad, que son:
- Un sueño social de lucha por los derechos de los más pobres
- Un sueño cultural de preservación de las identidades y raíces
- Un sueño ecológico de custodia de la belleza natural y su conexión humana y social.
- Un sueño eclesial que busca una presencia activa.
En el contexto del Concilio Vaticano II, una acción evangelizadora completa e integradora abarca al menos seis dimensiones.
Dimensiones de la Iglesia evangelizadora
- La dimensión kerigmática y misionera. Es el núcleo esencial de toda labor evangelizadora, basada en la centralidad de la Palabra de Dios. Su objetivo es presentar de manera apasionada la persona de Cristo, fomentando un encuentro con Él y estimulando el seguimiento de su camino. Esta dimensión es fundamental en las tres etapas de la evangelización: la acción misionera inicial, la catequesis y la acción pastoral.
- La dimensión profética y formativa. Es fundamental para la transmisión de la fe, basándose en la Tradición eclesial y las enseñanzas del Magisterio. Se destaca la necesidad de una formación integral continua para adultos, una educación adecuada para la juventud según sus circunstancias y de todos los agentes de pastoral.
- La dimensión espiritual, litúrgica y sacramental. En la evangelización refleja la oración de la Iglesia, donde Cristo continúa su obra redentora a través del misterio pascual. La Liturgia, especialmente la Eucaristía, es destacada como la fuente de la vida cristiana. Se han fomentado diversas expresiones celebrativas que facilitan el encuentro personal con Jesús en comunidad.
- La dimensión sinodal y participativa. Es uno de los principales desafíos en la evangelización. Se ha considerado como viable la presencia de una Iglesia sinodal, donde se enfatiza la colegialidad episcopal y se reconoce al laicado como actor esencial. Esta dimensión reafirma el principio de la Iglesia del primer milenio, donde asuntos relevantes para todos deben ser discernidos y decididos por todos.
- La dimensión socio-transformadora. Este enfoque es reflejado en la Doctrina Social de la Iglesia, destacando la importancia de hacer presente en el mundo el Reino de Dios y denunciar la marginación y la injusticia. Esta dimensión tiene una gran cantidad de desafíos y propuestas pastorales relacionadas con la justicia y la solidaridad hacia los más desfavorecidos.
- La dimensión ecológica. Destaca la necesidad de que la comunidad eclesial se comprometa con el cuidado de la casa común. Se reconoce la valiosa contribución de los pueblos originarios en este cuidado, resaltando su sabiduría y su modo comunitario de vivir. También se destaca la importancia de resistir a modelos destructivos y promover un enfoque sustentable.
Conclusión
Todas estas dimensiones sirven como un marco para organizar los desafíos pastorales, muestran cómo la Iglesia puede responder a los desafíos contemporáneos y trabajar hacia la construcción de un mundo más justo, igualitario y en armonía con la naturaleza.
Es a través de esta labor integrada que la Iglesia busca llevar la luz y el amor de Cristo a las personas y comunidades, transformando vidas y sociedades.
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