Introducción
Las caricias de Dios, son esos momentos, espacios, gestos y palabras que recibimos de Él durante el día, son esos pequeños soplos de vida, a veces casi imperceptibles que nos hacen caer en la cuenta de que Dios permanece con nosotros.
Para muchos estas caricias o “momentos significativos” son los que nos llenan y sostienen en los momentos de dificultad, son una fuente de consuelo. De esta forma sabemos que el Señor siempre se las ingenia para recordarnos que nos escucha, nos acoge y nos ama. Nuestro corazón sabe que Dios estuvo ahí.
Caricias o momentos significativos
Para cada uno puede tratarse de diferentes momentos, basta con que puedas identificar lo que deja a tu corazón con paz y alegría, te dejamos algunos ejemplos:
- La belleza de la creación:
Un amigo cercano me comentaba que siempre que despierta, lo primero que hace es mirar hacia la ventana y contemplar el amanecer, de esta forma siente la presencia de Dios que le da los buenos días, que lo invita a empezar con energía su día.
Para él eso significa una caricia de Dios, sin embargo, la creación misma es una manifestación del amor de Dios. Cada vez que contemplamos un paisaje natural, escuchamos el canto de los pájaros o sentimos la caricia del viento en nuestra piel, estamos experimentando una pequeña muestra del amor de Dios. Estos momentos nos recuerdan que no estamos solos, que Él permanece con nosotros.
- La presencia significativa:
Otra forma en que experimentamos la caricia de Dios es a través de la presencia significativa de un amigo o familiar Ya sea un abrazo reconfortante, una palabra de aliento en un momento difícil o simplemente la escucha activa en un espacio del día.
A través de los demás, Dios nos muestra que no estamos solos en nuestros desafíos y que siempre permanece a nuestro lado, sosteniéndonos y apoyándonos en cada paso del camino de la vida y de la fe.
- Los momentos de paz interior
En medio de las tareas y el bullicio de la vida cotidiana, a veces encontramos momentos de paz interior. Puede ser durante una caminata solitaria en la naturaleza, durante la oración, simplemente en un espacio de silencio personal o durante la recogida del día antes de dormir.
En estos momentos de calma, sentimos la presencia reconfortante de Dios, como una caricia suave que tranquiliza los movimientos interiores. Es en estos momentos de quietud que somos capaces de sentir su amor envolviéndonos, recordándonos que siempre nos acompaña.
- Los milagros cotidianos
Las caricias de Dios se manifiestan en los pequeños milagros cotidianos. Puede ser la superación de un desafío aparentemente insuperable o la llegada oportuna de ayuda cuando más la necesitamos. Estos eventos nos recuerdan que Dios está presente en nuestras vidas, obrando de maneras misteriosas, pero siempre amorosas. Nos enseñan a confiar en él y a tener fe en que todo sucede por una razón.
Conclusión
Deseo que este pequeño artículo pueda abrir tu mirada, para identificar las caricias del amor de Dios en tu cotidianidad, que te sepas su hijo amado. Al mismo tiempo es una invitación a que puedas ser tú mismo una caricia en la vida de los demás; no hace falta que dediques mucho espacio de tu día o algún recurso económico, solo hace falta tu presencia, esa presencia significativa en medio de la vida de alguien más.
Tú puedes ser el milagro de Dios, deseo que, así como tú mismo has experimentado la presencia de Dios en tu vida, puedas ser parte de esta cadena de amor que nos recuerda que somos amados cuidados por él. Todo lo que se necesita es abrir tu corazón y estar vigilante de aquellos que más te necesitan.
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