Introducción
En ocasiones creemos que para orar es necesario visitar un templo o estar frente a una imagen, sin embargo, existen más posibilidades de encontrar la presencia de Dios, incluso en los lugares menos esperados.
Todo momento es una oportunidad y un espacio para tener un encuentro con Dios, ya que él mismo posibilita y brinda espacios para que puedas encontrarlo. Por tanto, es importante que puedas estar atento a su paso en tu vida, que eduques la mirada, afines el oído y saborees los momentos de la vida que te regala, buscando en lo más pequeño su presencia.
¿Cuándo realizar la oración en movimiento?
Para realizar la oración en movimiento, lo más importante es estar dispuesto. Puede tomar un momento en el camino al trabajo, al presentarle el día que está aconteciendo, a las personas con las que te vas a reunir y los momentos significativos.
También puedes destinar un espacio dentro de tu hora de comida, si te diriges a comer a algún lugar, confiándole a Dios algún momento del día que haya supuesto para ti algo importante.
Otro espacio que puedes contemplar es el regreso del trabajo, de camino a casa. Quizá es un momento oportuno para dar gracias por lo que ha acontecido en el día, tu momento personal, los momentos alegres y los retos del día siguiente.
La importancia de la oración en movimiento
La oración en movimiento es un medio que puede ayudarte a vivir de forma diferente cada día, dándole un sentido o propósito. Cuanto más la realices cotidianamente, más sencillo te será intuir la presencia de Dios o descubrir aquello que realmente deseas que se dé.
Hacer esta pequeña pausa interior mientras estás físicamente en movimiento, puede ayudarte a sintonizar con lo verdaderamente importante, y que por la prisa o las inercias queda al final en segundo plano.
¿Cómo realizar mi oración en movimiento?
Lo más importante es que dejes resonar en tu interior todo lo que quieres agradecer a la vida o te gustaría depositar en manos de Dios. Si te ayuda déjate acompañar por alguna petición que puedas repetir con tu mente, con tu respiración. También puedes tratar de afinar alguno de tus sentidos, haciéndote consciente de lo que te aporta cada uno y cómo te permite entrar en comunión y comunicación con las personas y con el misterio de Dios.
También puedes recordar alguna canción, o sonido que te haga caer en la cuenta de la importancia de vivir en el presente, saboreando el regalo de la vida… o hacer el ejercicio de preguntarte qué necesitan las personas con las que te vas a encontrar, para despertar en ti una actitud de servicio, entrega desinteresada, compasión…
Y si te brota, puedes hacer todo esto en diálogo con Dios o abierto a una presencia amorosa que te cuida y acompaña. Si tienes oportunidad, lo que vas descubriendo en esta forma de oración puedes escribirlo en una hoja o en una nota de tu teléfono.
Conclusión
Que puedas caer en la cuenta de que aún estando en movimiento, Dios está dispuesto a escucharte e incluso está esperando que abras la puerta de tu corazón para entrar. Y si no has tenido esta experiencia, podrás al menos intuir que la vida es un misterio y que puedes vivirla de manera consciente y profunda.
Como todo hábito es importante que puedas realizarlo cotidianamente. Puedes intentar empezar al menos una o dos veces por semana. Dispón unos minutos de tu día en el tráfico, en la fila para pagar o en el trayecto al supermercado.
Que puedas descubrir en la oración en movimiento una invitación a vivir más atento y que te motive para, incluso, llegar a sentirte enviado por Dios a vivir el día a día con una mirada diferente.
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