Poco había sido el sentido con el que había comprendido el término empatía, sin embargo, me he dado cuenta que ante una sociedad marcada por la división, desorganización e intolerancia, persiste la limitante a cultivarla, desdeñando que se trata de una virtud que acentúa la oportunidad de mejorar en cada caso las relaciones personales e interpersonales, además de promover una afectividad social emocionalmente armónica, ya sea en el ámbito laboral, social, comunitario y humano.
Te invito a que te hagas la siguiente pregunta: ¿Qué es para mí la empatía? Fundamentalmente se refiere a comprender los sentimientos y emociones del otro, procurando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente la persona desde su perspectiva individual y su entorno actual. Visto desde un panorama espiritual, la empatía significa mirar al otro como Dios nos mira, con esa bondad y comprensión del momento de que se vive, ya que en ciertas ocasiones se torna difícil o por el contrario se irradia con toda la ilusión y felicidad. Eso quiere decir, que no es como tal ponerse en los zapatos del otro, sino más bien comprender “el momento actual que la persona experimenta”.
Consejos para trabajar la empatía
Para trabajar la empatía existen muchos consejos prácticos, sin embargo, puedes iniciar con los siguientes:
- Escucha con atención a la otra persona y deja de pensar en dar solución: mantén en práctica la escucha comprometida y no reactiva, para sintonizarte con el mensaje que la otra persona te manifiesta, además, identifica ¿Qué tono de voz está utilizando?, ¿Qué sentimientos y sensaciones le producen?, ¿Qué palabras repite con más frecuencia?, ¿Qué gestos faciales utiliza al hablar?, ¿Cómo es su lenguaje corporal?. En este sentido, es importante identificar que no se trata de formular una opinión, sino más bien caer en la cuenta del momento personal por el cual está atravesando la otra persona.
- Reconoce el valor de la otra persona y deja a un lado tus prejuicios: la libre expresión y opinión de cada persona es importante, puesto que se ha creado un juicio de forma consciente, elaborado desde las experiencias propias, el conocimiento y el sentido moral de su vida misma. Es primordial quitarse los juicios y opiniones mentales, en este caso si es correcto o errado lo que comentan, se deben limitar estos pensamientos.
- Demuestra interés por hablar y date la oportunidad de conocer al otro: probablemente habrá ocasiones en las cuales la persona se acerque a tí, o te aborde para charlar, sin embargo, la personalidad de cada uno difiere en su forma de interactuar, probablemente se dé el caso de la persona introvertida que no exprese sus emociones; en este sentido, es preciso dar el primer paso al hacer preguntas abiertas, poner atención, hacer señales no verbales y asentir de vez en cuando con la cabeza, ya que esto anima a que otros compartan un poco más.
Que todo aquello que la otra persona en su momento te haya confiado, lo puedas meditar y dejar resonar en tu corazón para que quizá en algún momento puedas expresar una opinión más acertada y desde una perspectiva de amor y compasión (así como el Señor lo hacía), y limitar en ciertas ocasiones nuestros sentimientos o pensamientos erróneos o negativos.
Te invito a que puedas efectuar una pequeña introspección personal, ¿qué de mí podría favorecer a cultivar la empatía?, se puede iniciar con algo muy pequeño cómo ser más paciente o practicar la escucha activa. Te invito a darte la oportunidad de forjar esa voluntad por aprender a ser más empático en tus ámbitos cotidianos de vida. Recuerda que si lo practicas cotidianamente llegará la ocasión en que de forma espontánea te darás cuenta de que lo estás logrando y vivirás con más armonía.
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