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Introducción
El Año de la Oración, que prepara el Jubileo ordinario del 2025, ofrece una ocasión especial de paertura y conciencia del regalo de la oración y de su importancia como discípulos y apóstoles de Dios.
En el Evangelio de Lucas, los discípulos de Jesús se acercan a Él con una petición importante: «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11,1). Esta petición muestra su conciencia de que necesitan aprender a orar y también refleja la necesidad humana de tener un maestro o guía en las cosas importantes de la vida.
En la escuela de un maestro, el discípulo solo puede crecer siguiendo el camino trazado por su guía. Al caminar sobre las mismas huellas del maestro, el discípulo aprenderá y, poco a poco, desarrollará la habilidad para alcanzar los mismos conocimientos. Jesús les dice: «Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando», «quien cree en mí, cumplirá las obras que yo realizo y las hará más grandes» (Jn 15,12; 14,12).
Los discípulos al estar en la presencia del Maestro, se sentían atraídos por su forma de orar y su profunda conexión con el Padre, que se reflejaba en una oración constante. Esta atracción llevó a los apóstoles a querer ser parte de esa relación. Gracias a este deseo, Jesús decidió enseñarles a orar, creando una verdadera «Escuela de Oración», que convertiría su deseo en una experiencia que moldearía su relación con Dios y con los demás.
El Papa Francisco ha enfatizado que la oración es más que una práctica devocional; es un «respiro del alma» y un diálogo profundo con Dios. Es esencial para cada ser humano y requiere enseñanza, disciplina y guía.
Los diferentes tipos de oración
- Adoración. La adoración es un acto de humildad y reverencia ante la grandeza de Dios, reconociendo su soberanía y nuestra total dependencia de Él. Nos abre a un sentido profundo de maravilla y estupor frente a la omnipotencia y bondad de Dios, reforzando nuestra fe y confianza en Él. Es un acto de reconocimiento de la majestad y misericordia infinita de Dios, y se realiza con un corazón puro y humilde, sin peticiones, solo en gratitud y reverencia.
- Alabanza y agradecimiento. La oración de alabanza y agradecimiento es una expresión de alegría y gratitud hacia Dios por sus dones y bendiciones. Celebramos su grandeza, belleza y bondad, reconociendo su presencia en nuestra vida y en el mundo. Esta oración nos ayuda a cultivar una actitud de reconocimiento y a ver a los demás como testimonio del amor de Dios.
- Intercesión. La oración de intercesión es una expresión de la Comunión de los Santos, permitiéndonos orar por las necesidades de los demás con solidaridad y compasión. Es un acto de amor cristiano que nos une en sufrimientos y esperanzas compartidas. En el contexto del Jubileo, la indulgencia plenaria para un fiel difunto muestra esta unión, permitiéndonos compartir las alegrías y sufrimientos ante Dios.
- Súplica. La oración de súplica refleja nuestra vulnerabilidad y necesidad de ayuda, presentando a Dios nuestras necesidades, deseos y preocupaciones. Nos anima a pedir con confianza y perseverancia, recordando que Dios siempre escucha. La súplica es un momento de íntima comunión con Dios, donde nuestra vulnerabilidad se encuentra con su misericordia y amor, enseñándonos a confiarle toda nuestra vida.
Conclusión
A través de la oración, podremos llegar con un corazón preparado para acoger los dones de gracia y de perdón que el Jubileo nos ofrecerá, en cuanto expresión viva de nuestra relación con Dios. Que la oración, sea un diálogo continuo con Dios, descubriendo la alegría del silencio, la paz del abandono y la fuerza de la intercesión en la comunión de los santos.
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