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El conflicto, una oportunidad para crecer

«Conflicto» es una palabra que puede causar en nosotros cierto ruido e incluso miedo, pues a veces pensamos que cuando todo se pone difícil lo mejor es hacerse a un lado e ignorar lo que pasa. Pero si tratamos de ver el conflicto como ese momento de crecimiento y madurez, donde se pone a prueba toda nuestra persona, éste se convierte en una oportunidad.

El conflicto puede aparecer de muchas formas: por un pequeño desacuerdo,  por algo que lleva tiempo incomodándonos, pero también por situaciones de vida en donde nos sentimos envueltos en un círculo del que no podemos salir para sacar lo mejor de nosotros. El conflicto se puede presentar en cualquier ámbito de nuestra vida; a veces es más recurrente en uno que en otro. En todo caso, el conflicto es algo que nos acompaña en toda nuestra historia.

Cuando vivimos situaciones en las que nos sentimos heridos y no podemos ver más allá de nuestra realidad, nos podemos sentir tentados a responder de la misma forma, o incluso a renunciar a esa situación. Ahí, lo que nos queda es abrazar ese momento y mirarnos con mucha misericordia para poder ver a la otra persona con esa mirada que tendría el Creador.

Es importante, también, tomar distancia de la situación para ver los pequeños detalles donde hay vida y luz y que pueden ayudarnos a afrontarlo de otra manera (ej: puede ser desde el sabor de un té o un café por las mañanas, un abrazo de un amigo, el paisaje al amanecer o atardecer). ¡Qué importante es tomar un respiro, y observar lo que nos ayuda a conectar con nosotros mismos para poder salir con más paz para afrontar esas dificultades!

Ayuda también, poder compartirlo con un amigo de confianza que nos pueda hacer ver todo de una manera más objetiva.  Al ponerle nombre a lo que acontece puede cambiar nuestra mirada. Hace falta en todo momento recordar que siempre hay luz al final del túnel y confiar en que cuando el problema salga a luz, será una oportunidad para poner los mejores medios traerá esperanza y paz.

Los conflictos son necesarios en la vida porque nos permiten vivir procesos de  crecimiento y madurez. Aprendemos a acoger al otro, a descubrirnos invitados a cambiar de vida, a restablecer hábitos, a hacernos preguntas. Pero sobre todo nos hacen más sencillos y humildes ante el mundo.

¿Cómo puedo ser contemplativo ante una situación de conflicto? Cada uno con su personalidad y dones puede ir poniendo orden y sobre todo sostenerse de las personas que te aman y amas. Es importante poder darte un tiempo, buscar poner distancia, salir a dar un paseo, dejar pasar unos días o incluso tomar un descanso, pues eso te ayuda a respirar y objetivar.

Hay veces en las que no podemos desconectar tan fácilmente de esas situaciones. Entonces, lo mejor es darnos un pequeño espacio en las noches donde podamos agradecer lo más sencillo del día, dando gracias incluso por el hecho de estar vivos. Es un momento para tratar de poner una balanza y reconocer lo que “SÍ hay”, eso que puedo abrazar y acoger desde este momento, para confiar en que esto es un paso más para el crecimiento personal y espiritual. 

Cuando vivas una situación de conflicto o incluso si ya te percibes así, pregúntate: ¿qué puedo hacer para enfrentar lo que vivo?,¿cómo estoy yo ante este momento?, ¿que puedo rescatar de esta situación?, ¿a qué me siento invitado?, ¿que me ayuda para poner distancia y ver todo desde lejos o desde afuera?

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