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Estamos inmersos en una era donde el aprendizaje continuo se ha erigido como el faro guía de las sociedades modernas. En un mundo que valora el talento por encima de la materia prima o el capital, la necesidad de adaptarse y aprender constantemente se ha convertido en un mandato irrefutable. La UNESCO ha delineado este camino, pero nosotros, como navegantes de esta travesía educativa, expandimos aún más las dimensiones del aprendizaje.
En este contexto, exploraremos seis formas fundamentales de aprendizaje que van más allá de la simple adquisición de conocimientos. Aprender ya no se limita a ser receptores pasivos de información; se trata de entender el mundo, actuar en él, convivir con otros y, en última instancia, transformarlo y trascender. En este viaje de autodescubrimiento, nos embarcamos hacia horizontes desconocidos, impulsados por la admiración y el asombro.
Aprender a conocer y a aprender
En el mundo actual, la acumulación de información es solo el comienzo. Aprender a conocer implica ser un observador perspicaz del entorno, pero también es crucial saber dónde y cómo encontrar conocimientos. La capacidad de aprender se extiende más allá de la simple retención de datos; implica la habilidad de buscar, seleccionar y aplicar información de manera efectiva. Este enfoque fomenta el pensamiento crítico, la adaptabilidad y la apertura a nuevas perspectivas.
Aprender a ser y hacer
Ser un agente en el mundo no solo se trata de reconocer nuestras potencialidades, sino de dar forma activa a nuestra identidad a través de acciones concretas. El aprendizaje mediante la acción no solo transforma la realidad circundante, sino que también influye en nuestra propia configuración como individuos. Cada elección y acción contribuye a la construcción de nuestra personalidad, lo que destaca la importancia de las decisiones éticas y el impacto positivo en la sociedad.
Aprender a convivir y emprender
En el escenario de la vida, la interacción con otros individuos y el entorno es inevitable. Aprender a convivir implica desarrollar habilidades de relación, trabajo en equipo y colaboración. Además, emprender proyectos dentro de este contexto significa enfrentar desafíos, gestionar conflictos y buscar soluciones innovadoras. Aquí, la lógica del don, con todas nuestras habilidades y potencialidades, se encuentra con la lógica de la alteridad, donde las circunstancias a menudo exigen decisiones inesperadas. Es donde se forja la vocación, la respuesta única que cada uno debe dar en la vida.
Aprender a transformar y trascender
Ser autores de nuestros proyectos implica reconocer que la vida es intrínsecamente una misión. Transformar nuestro entorno y, por ende, a nosotros mismos, es un proceso continuo. La lógica de la misión se despliega entre el don de nuestras habilidades y la adaptabilidad a las exigencias del entorno. Este aprendizaje impulsa a las personas a abordar desafíos con un enfoque transformador y a trascender, contribuyendo a la construcción de un mundo más significativo y humano.
Por lo tanto, aprender a vivir en plenitud y sobreabundancia significa comprender que nuestras vidas son más que una secuencia de eventos. Somos autores de nuestras propias historias, y la vida, esencialmente, es misión. Entre el don y la alteridad, entre aprender a ser y aprender a convivir, se despliega la lógica de la misión. Grandes líderes y visionarios han forjado su camino en la aproximación de estas tres lógicas.
Al aprender a transformar nuestro entorno, no solo impactamos el mundo, sino que también nos transformamos y trascendemos. Hay palabras, gestos y acciones que tienen el poder de perdurar más allá de nosotros, tejiendo un legado en el tejido del tiempo. Como aquellos que nos inspiraron, nuestra vida cobra pleno significado cuando contribuimos a una sociedad más digna, justa y feliz. En este viaje del aprendizaje continuo, encontramos la plenitud al convertirnos en modelos y referencias para otros, haciendo que nuestras vidas resuenen con la eternidad.
Actualmente además de ser redactora del blog de la Universidad de CESUMA, colaboro en redes sociales de varias instituciones de índole humanista. De carácter alegre y emprendedor, me define la capacidad de apreciar todo aquello que aporta valor e identidad a las personas y promuevo la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
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