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Actualmente, no existe una interpretación unificada del concepto de cultura organizativa. Diferentes autores definen la cultura organizativa en términos de un conjunto diferente de componentes esenciales, que corresponden a la comprensión de la cultura en sentido estricto o amplio.
Se trata de la siguiente definición más común de cultura organizativa:
Son las creencias, las normas de comportamiento, las actitudes y los valores comunes del conjunto de los empleados de una organización que predeterminan su comportamiento.
En función del desarrollo de la organización, de las características de su entorno competitivo, de las especificidades de sus productos y de otros factores, la importancia y la prioridad de las distintas funciones desempeñadas por la cultura organizativa pueden variar. Sin embargo, el conjunto de sus funciones más importantes sigue siendo el mismo.
El primer grupo de funciones cumple las tareas de integración interna de los miembros de la organización y garantiza su integridad y unidad interna.
El segundo grupo está orientado al exterior y se asegura de que la organización se adapte al entorno externo y sobreviva en él.
Funciones del primer grupo
El primer grupo incluye las siguientes funciones: protectora, integradora, reguladora, sustitutiva, adaptativa, educativa y cognitiva, motivadora, comunicativa, de gestión de la calidad y recreativa.
Función de protección. Consiste en crear una barrera que impida que las tendencias indeseables del entorno externo entren en la organización. La cultura organizativa define claramente los límites dentro de los cuales los mecanismos de precios y competencia se sustituyen por una acción concertada y decidida de los directivos y todos los empleados. La función de salvaguardia, al igual que las demás funciones de la cultura organizativa, se manifiesta en todos los aspectos de la empresa, incluida la selección de empleados.
Función integradora. Esta permite unir los intereses de los miembros de la organización a todos los niveles, todas sus divisiones territoriales y sectoriales produciendo un sentido de pertenencia, identidad, implicación y compromiso con la organización.
Función reguladora. Asegura la gestión y la previsibilidad del comportamiento de los miembros de la organización. La función normativa-reguladora contribuye a la eficacia de la organización al garantizar que las normas existentes eliminan las incoherencias y las divergencias de actuación. Garantiza el automatismo en la realización del trabajo y crea un ahorro de tiempo en cualquier situación empresarial.
Es una herramienta eficaz de gestión de personal por derecho propio y, como tal, sustituye a los mecanismos formales de gestión. Las estructuras de gestión rígidas requieren unidades especiales de gestión y control, aumentan los flujos de información ascendentes y descendentes (órdenes formales, órdenes descendentes y, a la inversa, informes enviados hacia arriba), complican la estructura de la organización y aumentan los niveles de personal. Todo esto se suma al coste de la gestión. Cuando existe una sólida cultura organizativa, el control se simplifica enormemente.
Función adaptativa: esta tiene dos tareas básicas.
La primera es fomentar el compromiso con los valores y normas de la cultura existente entre los empleados recién contratados.
La segunda es neutralizar los patrones de comportamiento incompatibles con la cultura de la organización que puedan haberse desarrollado en el anterior lugar de trabajo del recién llegado.
Función educativa. Esta permite al empleado realizar tales cualidades personales en el marco de la cultura organizativa como la curiosidad, la propensión al análisis y a la investigación científica, el deseo de comprender mejor su mundo y su destino, de definir su lugar y su estatus dentro de un determinado grupo de personas, de conocer su propio yo, sus puntos fuertes y débiles.
Función motivadora. Una cultura organizativa bien desarrollada aumenta el nivel de motivación laboral de los empleados. La motivación del grupo aumenta. La conciencia de pertenecer a una cultura organizativa fuerte es en sí misma un poderoso motivador del crecimiento de la productividad, un deseo de actuar en el mejor interés de la empresa.
Función comunicativa. Se manifiesta en dos aspectos diferentes:
En primer lugar, se forma un campo de comunicación dentro de la organización, un contexto de comunicación que es significativo e informativo para los empleados de la empresa por derecho propio. Una cultura organizativa desarrollada permite simplificar los procesos de comunicación, y se reduce el tiempo de las distintas aprobaciones.
En segundo lugar, se crean formas de comunicación específicas y propias de la comunidad dentro de la organización.
Función de gestión de la calidad (de los productos, de la mano de obra, etc.) esto significa que las normas y valores de la cultura organizativa se aplican a los productos de la empresa. Los directivos y empleados de la organización tienen una idea suficientemente clara del nivel de calidad de los bienes y servicios, por debajo del cual no se les permite bajar.
Función recreativa. Reside en el hecho de que la cultura organizativa contribuye a restaurar la fuerza mental, proporcionando confort psicológico. Esto es posible si el empleado aprende y comparte bien sus valores. Puede considerarse terapéutico, ya que las personas que trabajan juntas crean un entorno en el que se sienten a gusto y cómodas.
Funciones del segundo grupo
El segundo grupo podría definirse como las siguientes funciones: innovación, creación de una imagen positiva de la organización, orientación al cliente, gestión de asociaciones y adaptación de la organización a las necesidades de la sociedad.
Función innovadora. Ayuda a la organización a sobrevivir en un entorno que cambia rápidamente, a ocupar posiciones de liderazgo en el sector y a sobrevivir en una dura lucha competitiva. La aplicación de esta función implica una búsqueda constante de tales innovaciones que proporcionen a la empresa ventajas competitivas.
Función de formar una imagen positiva de la organización. Es crear una impresión favorable de la empresa entre los clientes, los socios, los competidores y la comunidad local y mundial.
Función de orientación al cliente. Garantiza que la organización se centre en el cliente. Pone a las personas de la organización en el punto de mira del cliente. Establece una relación sólida y coherente entre la empresa y sus clientes.
Función de regulación de la colaboración. Significa que los valores de la organización guían a los empleados de la misma a no tener en cuenta los objetivos, necesidades, peticiones, intereses de los socios comerciales e incluso de los competidores en su actividad.
Función de aplicación de la organización a las necesidades de la sociedad. Asegura la integración de la organización en las estructuras sociales.
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