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Potenciar la espiritualidad en los niños

La espiritualidad es lo que nos ayuda a conectar con nosotros mismo y con el exterior, es aquello que le da sentido a la vida y que nos invita a cuestionarnos, a conocernos y a amar de una manera auténtica.

Cuando hablamos de los niños, podemos situarnos en su etapa de vida que es cuando están descubriendo el mundo todos los días y el asombro está potencializado en esa etapa de la vida, la niñez es la etapa donde según se viva es como mejor se puede llevar la adultez. 

¿Cómo potenciar la espiritualidad en los niños?

Como adultos tenemos un gran poder, el poder del ejemplo, de poder acompañar y vivir

lo que puede ayudar a los niños a conectar con su propio espíritu y poder valernos de lo que hay en su contexto, usando la imaginación, el juego y creatividad para hacer de lo que hay en su entorno ese poder ver todo nuevo y asombroso. 

Y es ahí cuando se puede empezar a dialogar con los niños, puede ser contemplando la naturaleza e ir tomando aquello que sienten en el corazón tratando de ser muy abstractos con ellos y sobre todo que tengan espacios en donde se pueda expresar aquello que les inquieta, puede ser por medio del juego, del baile, de la pintura o simplemente de la escucha activa, recordando que ellos son los protagonistas de ese momento.

En este acompañar a los más pequeños a conocer su área espiritual los sentidos pueden ser el mejor aliado para poder vivirlo. Recordando lo sencillo que puede ser desde el sentir una hoja de árbol, la arena y escuchar las olas del mar permitiéndoles tocar, mojarse; jugar la tierra y a su vez poder explorar los parques donde pueden tener contacto con otros niños o pasar momentos agradables con la familia, en los bosques donde puedan reconocer la vida de los animales y también abrir el panorama de que estos seres merecen el mismo cariño y cuidado que todos cultivando ahí la empatía; siendo estos espacios lugares donde puedan sentir paz, alegría o contacto con la naturaleza.

Teniendo muy presente que pueden generar en ellos esos espacios que se vuelven seguros en donde encuentren la belleza, la alegría y se sientan conectados con ellos mismos y con los demás; que seguramente cuando crezcan serán esas fuentes de vida.

El también poder orientarlos hacia un ser que está más allá de nuestros ojos, puede ser ese potencializador para que puedan ir conversando lo que viven en la escuela, en casa, con los amigos, con la familia, y desde ahí ir agradeciendo por esos momentos que han experimentado y también poder aprender a pedir aquello que le inquiete a ese ser superior, que al final se encuentra en su interior.

Lo más valioso que se le puede dar a un niño es la posibilidad de conectar con el mundo interior y validar todo aquello que vive, pues es ahí cuando se determina como será de adulto y que mejor que pueda ser una persona en búsqueda de un sentido de vida desde el amor y la compasión.

Qué podamos ser esos adultos que acercan, dan protagonismo al niño y sobre todo que podamos ser medio para que puedan explorar ese mundo espiritual que está tan a la mano, ayuda tanto y que sobre todo los hará mejores seres humanos.

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