Al navegar por Internet en una variedad de sitios web, es probable que te encuentres con una serie de banners que piden permiso para utilizar cookies. Los términos de búsqueda «qué son las cookies» y «para qué sirven las cookies» son comunes, así que vamos a ver este tema en detalle.
Las cookies son fragmentos de datos que almacenan información sobre las visitas de un usuario a diferentes sitios web. Están diseñadas y desarrolladas para hacer más fácil y cómoda la navegación por Internet. Se usan para guardar la configuración del usuario, recordar los inicios de sesión en las cuentas de las redes sociales, etc.
Pueden dividirse en dos grupos: cookies básicas y cookies de terceros. Las primeras las establecen los sitios cuyas URL aparecen en la barra del navegador. Mientras que las últimas son almacenados por otros sitios que publican sus contenidos (anuncios, imágenes, etc.) en las páginas web que se visitan.
En primer lugar, estas cookies ayudan a los usuarios a navegar cómodamente por diversos sitios. Seguramente te habrás dado cuenta de que las redes sociales casi nunca te piden el nombre de usuario y la contraseña, a no ser que salgas manualmente de tu cuenta antes. Las cookies guardan esta configuración y esto te permite tener un acceso más fácil.
Gracias a las cookies, los carritos de la compra online pueden recordar tus compras si accidentalmente (o deliberadamente) cierras la pestaña del sitio. Incluso la próxima vez que vuelvas, los artículos seguirán estando en tu carrito de compra.
Pero las cookies también se utilizan para otros fines. Por ejemplo, los anunciantes los emplean para mostrar a los usuarios anuncios personalizados. Estos anuncios se basarán en sus solicitudes anteriores. Así que, si eliges unos pantalones cortos nuevos, seguirás viendo anuncios con ropa de verano durante mucho tiempo. Y los propietarios de sitios web recogen sus cookies para medir su audiencia: quién visita su sitio, cuánto tiempo permanece en él, qué páginas abre.
Las cookies funcionan de la siguiente manera: un navegador, una aplicación o cualquier otro cliente web recibe datos de un servidor cuando solicita por primera vez un sitio e intenta abrirlo. Contiene información sobre el usuario, que se genera y almacena en el dispositivo. La próxima vez que visites el sitio web, los datos se enviarán de vuelta con cada solicitud.
Su gama de datos es muy amplia. Prácticamente, todas las acciones que se realizan en la web están ahora fragmentadas de un modo u otro y son «recordadas» por varios servicios que utilizan esta tecnología. Los datos de autenticación (contraseñas y nombres de usuario, hábitos de compra en línea, consultas en motores de búsqueda, diseño y presentación del correo electrónico, tamaño de letra, ubicación, fecha y hora de la visita, sistema operativo y versiones del navegador, e incluso datos de la tarjeta bancaria) pueden almacenarse a través de las cookies.
Con tantos datos, es natural que estas se hayan convertido en una poderosa herramienta de análisis y marketing. Los propietarios de sitios web pueden usarlos para personalizar las preferencias publicitarias de los clientes, ofrecer contenidos relevantes, hacer un seguimiento de las visitas a las páginas, controlar los problemas del sitio y prevenir el fraude, el spam y otras actividades maliciosas.
Es importante entender que en sí mismas no son archivos ejecutables. Una vez en tu ordenador o smartphone, seguro que no empezarán a eliminar tus fotos o a borrar tu tesis terminada.
En general, una cookie es una matriz de datos de texto que contiene información sobre las impresiones que más te gustan en tus calcetines. Por cierto, esta es la razón por la que las cookies no se consideran legalmente como datos personales: no pueden utilizarse para identificar inequívocamente a una persona. Por otro lado, un atacante que consiga acceder a tus cookies puede empezar a hacerse pasar por ti, y eso puede ser muy problemático. A continuación, hablaremos de cómo evitar estas situaciones desagradables y peligrosas.
Curiosamente, las cookies están reguladas por ley en muchos países. Por ejemplo, según una normativa de la Unión Europea de 2016, todos los sitios web deben solicitar el consentimiento del usuario antes de instalar una cookie.
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